En los planos satelitales, la deforestación en Antioquia parece un mantel verde al que le hacen agujeros, todos seguidos pero sin ningún orden o sentido. Esa es la metáfora que usa Jennifer Calderón Caro, investigadora del Observatorio de Bosques de Antioquia (OBA), sobre el fenómeno de la deforestación en el departamento.
Y la explica de esta manera porque, según ella, la deforestación en Antioquia se da de manera diferente a la deforestación que ocurre en departamentos como el Amazonas, en donde son grandes extensiones de bosques deforestados uno tras otro, mientras que en Antioquia se da de manera granulada y particular, y esto se debe a que la geografía de nuestro departamento es mucho más montañosa y empinada.
Según el OBA, en su informe sobre la deforestación entre el 2000 y el 2020, Antioquia se encuentra dentro de los cinco departamentos en donde se concentra el 70% de la deforestación de todo el país, con Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo; y durante esos 20 años, Antioquia perdió cerca de 490 mil hectáreas de bosques, es como perder doce veces la extensión de una ciudad como Medellín.
En este informe, los investigadores señalan que la ganadería, las actividades extractivas forestales, la agricultura, la infraestructura y la minería son las principales causas de la deforestación en Antioquia. Aclara Jennifer que cuando hablan de ganadería no necesariamente se refieren a terrenos ocupados con cabezas de ganado, sino por la “praderización del bosque o sabanización” para la venta de los lotes.
“Aunque la minería no es uno de los factores con más hectáreas asociadas a la deforestación, sí hemos identificado que es una actividad que trae consigo otras actividades que influyen en que el bosque sea deforestado, como la ganadería. Es frecuente ver que el parche donde tuviste minería se va haciendo cada vez más grande y van apareciendo más, no solo por la minería, sino por todas las actividades que trae asociadas”, agrega Jennifer.
En esta tabla se observan los porcentajes de deforestación según la modalidad:
Remedios, Yondó, Segovia, El Bagre y Zaragoza son los municipios de Antioquia donde hubo mayor deforestación entre el 2000 y el 2020: el 40% de la deforestación del departamento se concentró en esos cinco municipios, señala el informe.
Jennifer agrega que en municipios como El Bagre y Zaragoza la minería de oro es la principal actividad económica que genera deforestación. Desde el Observatorio han identificado que esa madera talada no es para uso comercial y que, después de esas entresacas, se evidencian formaciones de agua que deja la minería de oro sin contar con los socavones que los mineros hacen y que son imperceptibles satelitalmente.
A estas cinco causas identificadas por el OBA, Elizabeth Castaño, integrante del colectivo Trópico Diverso, que trabaja por el cuidado y la restauración de la Serranía de San Lucas en El Bagre, agrega que el cultivo de hoja de coca y las medidas de erradicación que implementan desde el Gobierno Nacional son otro factor que influye y aumenta la erradicación en la zona.
Elizabeth explica que cada vez que los erradicadores llegan al territorio a arrancar o quemar la hoja de coca, los cultivadores migran hacia otras zonas, muchas veces espacios de bosques nativos, para iniciar con la siembra de la hoja de coca: “desde hace cuatro años volvió un nuevo apogeo de la mata en el territorio, el Gobierno llega a erradicar y la gente sigue migrando por el territorio. Si uno revisa la historia de la presencia de los cultivos, van de sur a norte y coinciden con este tipo de programas”.
¿Reforestar o restaurar?
No se trata de sembrar árboles por sembrar, dicen Elizabeth y Jennifer.
La primera afirma que desde Trópico Diverso han venido trabajando por el enriquecimiento forestal con la siembra y cuidado de más de 700 hectáreas de bosque nativo que “sabemos se han mantenido, y eso muy direccionado a la restauración ecológica, pero también a la restauración productiva, para que las familias tengan un aprovechamiento forestal de los árboles que se siembran y sobre todo en áreas que ellos tenían abandonadas”.
La segunda agrega que lo importante es empezar a trabajar para unir los “agujeros del mantel” con bosque nativo y empezar a tapar esos espacios que la deforestación ha dejado entre bosque y bosque. El problema, según Jennifer, es que “todos queremos ver un bosque maduro, grande, lindo, y así no sucede. Los árboles deben tener las condiciones naturales necesarias como el sombrío y los nutrientes, para que la restauración funcione y así garantizar un bosque de la misma especie”.
Ambas coinciden en que no se trata de reforestar y sembrar árboles sin preguntarse el para qué. Lo importante es restaurar estos ecosistemas nativos de cada territorio, cuidar los árboles que se siembra y reconocer la importancia biótica que tienen para la flora con la que cohabitan y la fauna que se beneficia de ella.
Al respecto, Carlos Ignacio Uribe Tirado, secretario de Ambiente Sostenible de la Gobernación de Antioquia, explica que aunque en 2017 el departamento tenía cerca de 20.500 hectáreas deforestadas, esta cifra ha ido disminuyendo paulatinamente, pues para 2020, la secretaría reportó 12.600 hectáreas deforestadas.
Para este funcionario la ganadería, la expansión agrícola, los cultivos de uso ilícito, la minería y la extracción ilegal de madera son los cinco “detonantes” de la deforestación en Antioquia, un tema que él mismo reconoce como el más complejos que tiene la gobernación a su cargo en lo relacionado con el cuidado y la protección del ambiente.
«La meta ambiciosa de sembrar en el departamento de Antioquia 40 millones de árboles, eso tiene que ver con todo un tema de restauración y reforestación, de poder reconfigurar los ecosistemas y los corredores ecológicos; a la par que se trabajan con estrategias de control sobre la deforestación», agrega el secretario.
Carlos señala que dentro de las acciones que deben tomar los gobiernos está la generación de instrumentos de planificación para las áreas protegidas, el cumplimiento de la ley de delitos ambientales que tipifica las talas como uno de ellos y la pedagogía con los gobiernos locales para que la deforestación sea un asunto fundamental e importante dentro de los consejos de gobierno local.
“Cerca de 450 mil hectáreas hoy están siendo custodiadas a través del programa de guardabosques, que es muy importante porque permite dinamizar y generar alertas tempranas. Otra estrategia muy importante es el esquema de pago por servicios ambientales, que es una compensación en especie y en dinero que se les da a las familias, a las comunidades afro y a las comunidades indígenas por la conservación”, agrega el funcionario.
Sin embargo, tanto Jennifer como Elizabeth concluyen que estos procesos de restauración de los bosques deben hacerse desde y con la comunidad, y no solo laboralmente. Ambas señalan que hay que hacer pedagogía con las comunidades para que, desde su sentir, cuiden, protejan y amen los bosques. “Es rescatar la función del silvicultor -así lo nombra Elizabeth- pues los árboles no son un cultivo de pancoger que sembrás hoy y recoges en dos meses. A los árboles hay que darles cariño durante muchos años”.