- Este 28 y 29 de junio habitantes de esta zona celebraron “El Despertar del Melcocho”
- Posible explotación minera e hídrica y situación de seguridad, los temas de debate
Entonces, las familias exiliadas comenzaron a retornar para volver a levantarse desde las ruinas. También llegaron “forasteros” de otras zonas del departamento, quienes quedaron encantados con la exuberante belleza y la riqueza minera e hídrica del Cañón. Sin embargo, a finales del 2009 comenzaron a suceder cosas extrañas. La comunidad, unida, decidió denunciar públicamente cómo ex-guerrilleros presuntamente fabricaban minas antipersona con la aquiescencia de miembros del Ejército Nacional, para luego ocultarlas en parajes boscosos junto con explosivos y armas. El objetivo: presentarlas después como “resultados positivos operacionales contra los grupos terroristas”.
Fue ahí cuando los pobladores volvieron a sentir una tensión que creían olvidada. Luego vinieron las amenazas a los líderes y el asesinato, en abril de 2011, de uno de ellos. Pese a lo complejo de la situación, esta vez pudo más la concertación y la disposición de construir tejido social acompañados del propio Estado, organizaciones sociales que hacen presencia en la región y, por supuesto, el campesinado.
Así, las situaciones anómalas han ido solucionándose paulatinamente. Y ahora que creían que todo estaba dado para reconstruir el territorio, las noticias generadas desde Medellín, que anuncian una bonanza mayor que la del café esta vez representada en la riqueza aurífera y el potencial hidroenergético del Oriente antioqueño, amenaza con sacarlos nuevamente de lo único que tienen y que aman profundamente: su tierra.
Este es, en pocas palabras, el pasado, presente y futuro que comparten y presagian los pobladores de la región conocida como Cañón del Melcocho, ubicado entre los municipios de Carmen de Viboral y Cocorná, y que este 28 y 29 de junio se congregaron para celebrar las jornadas denominadas “El Despertar del Melcocho”. Como hacía años no se veía, cerca de 400 campesinos de las veredas La Cristalina; El Porvenir y el Cocuyo, del Carmen de Viboral, y El Retorno de Cocorná se concentraron en la vereda El Roblal, de esta última localidad, con un solo propósito: hablar sobre lo que los afecta hoy y lo que quieren para su futuro.
Allí, en medio de almuerzos comunitarios, jornadas deportivas, actividades lúdicas, simbólicas y reuniones con participación masiva, los labriegos debatieron y reflexionaron sobre el modelo de desarrollo planteado para el Oriente antioqueño y que hoy amenaza con sacarlos del territorio; y la convivencia pacífica, pues los hechos ocurridos en lo que va corrido del año ha revivido en muchos pobladores viejos temores y angustias pasadas que no quieren volver a repetir.
Orden público
Y es que desde que se ventiló a la opinión pública las acciones irregulares llevadas a cabo por miembros del Ejército Nacional en connivencia con desmovilizados de la guerrilla de las Farc han ocurrido toda suerte de extraños acontecimientos que han perturbado el clima de tranquilidad que desde el 2007 vivía esta región del Oriente antioqueño.
Quizás el hecho que despertó mayores inquietudes –y sin duda generó una gran conmoción- entre la comunidad fue el asesinato de Andrés Álvarez Orozco, uno de los líderes que denunció esta situación, perpetrado el 7 de abril de 2011 en zona rural del municipio de Carmen de Viboral, en extrañas circunstancias que hoy todavía son materia de investigación.
Las versiones recopiladas a la fecha señalan que Álvarez Orozco fue sacado de su vivienda, ubicada en la vereda El Porvenir, por hombres encapuchados que, incluso, esperaron a que el líder campesino retornara de su jornada laboral. Sólo siete días después de su deceso las autoridades realizaron el respectivo levantamiento, situación que aumentó la indignación de la comunidad de El Melcocho.
A eso se suma que el 21 de mayo del presente año, las autoridades civiles y policiales del municipio de Cocorná informaron sobre el asesinato de cuatro miembros de una misma familia, entre ellos dos mujeres, en la vereda Cebaderos, corregimiento de Pailania. Si bien las investigaciones preliminares apuntan a que se trató de una venganza entre familias, la situación generó zozobra entre la población por la sevicia con que se cometió el hecho.
Ya en 2010, luego de las denuncias sobre los “falsos positivos operacionales”, que las Fuerzas Militares descalificaron alegando que no había prueba alguna de semejante afirmación, varios líderes del Cañón del Melcocho denunciaron amenazas contra sus vidas. De hecho, algunas familias decidieron abandonar la zona temporalmente.
De ahí que las jornadas de este 28 y 29 de junio sirvieron para reafirmar los lazos de unión entre la comunidad para, entre todos, afrontar como un colectivo este extraño entorno.
“Por eso lo llamamos ‘El Despertar’. Las comunidades del Melcocho han adquirido un grado de madurez, gracias al acompañamiento de las organizaciones sociales y ahora queremos ‘pensar por nuestra cuenta’. Queremos empezar un proceso de formación en todos los ámbitos”, señaló Cruz Elisa Buitrago, líder campesina de la zona, quien agregó que desde la Gobernación de Antioquia ya comenzaron a tomarse determinaciones importantes a fin de garantizar la tranquilidad de la región.
“El 8 de junio sostuvimos una reunión muy importante con el Comité de Derechos Humanos de la Gobernación de Antioquia y con la Procuraduría, quienes se comprometieron a mantener una presencia permanente, y no sólo militar, sino una presencia social permanente”, aseveró la líder.
Minería: tema de discusión
Pero las jornadas no sólo sirvieron para debatir los últimos acontecimientos relacionados con el orden público. Las extensas reuniones, en las que participaron adultos, jóvenes, hombres y mujeres, también sirvieron para reflexionar sobre el modelo de desarrollo que necesita esta zona del Oriente antioqueño. Y es que el auge minero e hidroenergético que se avecina para esta subregión del departamento también despierta profundas preocupaciones entre las comunidades del Melcocho.
Según la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro-Nare (Cornare), actualmente hay 46 solicitudes para la construcción de microcentrales en el territorio, de las cuales ya fueron aprobados 39. De igual forma, en la Secretaría de Minas de la Gobernación de Antioquia reposan estudios que dan cuenta del potencial minero que posee el Oriente antioqueño.
Y si existe alguna zona privilegiada para la explotación minera es precisamente el Cañón del Melcocho. Los pobladores más antiguos de la zona contaron cómo a finales del siglo XIX, un grupo de alemanes asentados en estas tierras explotaron oro en la parte alta del Cañón (veredas Santo Domingo, Santa Rita, entre otras). Pero luego de la época de la violencia, a mediados del siglo XX, el metal precioso comenzó a ser extraído de manera artesanal por los campesinos de la región, quienes en los últimos años han encontrado platino, cal y arcilla.
A esto se suma que el cañón natural que forma el río Santo Domingo a su paso por esta zona, la convierte en altamente propicia para la generación de energía hidroeléctrica. “Existen proyectos mineros y energéticos para el Cañón del Melcocho”, aseguró Jonh Jairo Serna, vocero de la Mesa de Derechos Humanos y Protección Humanitaria del Oriente antioqueño, presente en las jornadas.
Para Serna, de concretarse estos proyectos, el Oriente antioqueño, y particularmente el Cañón del Melcocho, podría sufrir una profunda transformación social que terminaría afectando no sólo a las comunidades ya asentadas allí sino a las familias que años atrás se vieron obligadas a abandonar el territorio por cuenta del conflicto y que ahora están en procesos de retorno.
Según estimativos de la Mesa de Derechos Humanos, unas 87 familias (450 personas aproximadamente) habitan las cinco veredas que forman el Cañón del Melcocho, cifra significativa si se tiene en cuenta que durante los años 2002 y 2004 abandonaron la zona más de 300 familias.
“Nosotros no estamos en contra del desarrollo, pero sí queremos que nuestros vecinos que se fueron desplazados por la violencia y que quieren regresar, pues que tengan tierra a dónde llegar. Esa es nuestra preocupación: que por explotar oro y construir centrales y microcentrales, no quede tierra para nosotros y tengamos que irnos otra vez”, manifestó Cruz Elisa Buitrago.
De ahí la importancia del ejercicio planteado durante la jornada del Despertar. “La propuesta, desde la Mesa (de Derechos Humanos), es que las comunidades aprendan a observar lo que pasa, reflexionen sobre lo que pasa y tomen decisiones conscientes para crear su propio mundo. No puede ser que las comunidades se queden por fuera de los procesos de desarrollo y no puede ser que ellas sean los primeros excluidos cuando se explota la riqueza de un territorio”, agregó Serna.
Y todo parece indicar que, por parte de los campesinos, el compromiso de trabajar en pro de su comunidad quedó en su punto más alto, pues después de estas jornadas, se anuncian nuevos encuentros para discutir el modelo de desarrollo que se avecina para el Oriente antioqueño y que muchos sienten como una nueva amenaza de desplazamiento forzado, pero ya no por las armas, sino por lo que se ha denominado: el progreso.