*Columna escrita por Claudia María Tamayo
Si la igualdad lograda ante la ley tuviera su correlato en la cultura y en la vida, las mujeres no tendríamos que estar batallando cotidianamente con la discriminación de género para que se nos trate de manera igualitaria. Aunque denunciemos y exijamos paridad, equidad e igualdad, parece que la institucionalidad y la sociedad en general solo avanza con los estrujones que nosotras les damos: un avance lento y tedioso en la materialización de nuestros derechos que son mandato constitucional.
Además de las brechas en materia salarial, acceso a ciertas carreras universitarias, a cargos públicos y de elección popular, entre otros, ahora resulta que a las mujeres, por el hecho de serlo, se nos otorgan menos créditos que a los hombres, se nos prestan montos más bajos que a ellos, tenemos menor aseguramiento y, lo más grave, se nos cobran mayores tasas de interés. El sector financiero adeuda a las mujeres la igualdad en el acceso y uso de sus productos.
En los años 2020 y 2021, época de pandemia, se aceleró el crecimiento en acceso y uso de todos los servicios financieros, esto porque las personas y entidades gubernamentales se vieron obligadas a utilizar de forma masiva el sistema financiero para el depósito de subsidios, entre otros servicios. Según cifras de la Banca de Oportunidades, en el 2022 de las 37.024.900 personas mayores de 18 años, 34,7 millones (93,3%) tenían acceso al menos a un producto financiero, de estos: 29.1 millón contaban con por lo menos un producto financiero activo, ubicando el indicador de uso de los productos financieros en el 77,2%, siendo los productos de depósito y las cuentas de ahorro los productos más masificados; 29,9 millones de adultos tenían al menos una cuenta de ahorros (79,6 %) de la población mayor de edad del país a esa fecha. En cuanto al crédito, el 36,2 % de la población mayor de 18 años tenía por lo menos uno, siendo las tarjetas de crédito y el crédito de consumo los productos más adquiridos, seguidos por el microcrédito y el crédito de vivienda.
En el Informe Especial de Inclusión Financiera del primer semestre de 2023, se hace un análisis con perspectiva de género concluyendo que existen brechas que desfavorecen a las mujeres en comparación con los hombres (Gualtero & Meneses, 2023). Estas brechas son observables en aseguramiento, acceso a créditos, montos y tasas de los mismos.
La brecha de acceso a crédito por sexo en el 2022 fue de 3,9 pp en favor de los hombres, según el informe de la Banca de las Oportunidades. En el caso de la cartera de microcrédito, aunque las mujeres concentramos un mayor número de créditos, los préstamos que se nos otorgan son de menor valor en comparación a los préstamos que se les hacen a los hombres, esta brecha presenta una tendencia creciente, luego de que en época de pandemia había disminuido.
En lo relacionado con el costo del crédito, la tasa de interés promedio ponderada por saldo de capital es más alta para nosotras en créditos de vivienda, consumo y microcrédito, en este último la brecha es más alta comparada con los otros tipos de cartera y en el caso del crédito de consumo se sigue evidenciando una tendencia al alza de la brecha. (Gualtero & Meneses, 2023, pág. 5 y 6)
No existe explicación razonable que sustente la diferencia de tasas de interés en nuestra contra, pues en el análisis de riesgo, las autoras encontraron que, para todas las modalidades de crédito ya enunciadas, los hombres presentaban niveles más altos de riesgo, es más, los indicadores de calidad de cartera, tanto por mora como riesgosa, mostraron que nuestra cartera presentaba una menor siniestralidad (Banca de las Oportunidades, 2022, pág. 123) .
Tampoco el que paguemos intereses más altos tiene explicación en los plazos de los créditos, pues para las carteras de vivienda y consumo en todo el periodo analizado por las autoras, el plazo del crédito ponderado por saldo de capital presenta una diferencia menor a un mes entre hombres y mujeres. En la cartera de microcrédito, evidenciaron un plazo inicial mayor para los créditos otorgados a hombres de alrededor de 6 meses, con un plazo promedio de 4 años en los créditos de esta cartera.
La conclusión obvia sería que el plazo de los créditos solicitados por los hombres al ser mayor que el de las mujeres, debería tener una tasa de interés más alta para ellos y no para nosotras. En el reporte de inclusión financiera 2022 se concluye que las desigualdades en el mercado laboral entre géneros se replican en las características de los créditos desembolsados a mujeres. (Banca de las Oportunidades, 2022, pág. 123)
Las brechas de género hacen más difícil la vida para nosotras y esto se ve reflejado en las limitaciones para el desarrollo de la sociedad. Si el acceso al crédito fortalece nuestro empoderamiento económico y facilita la acumulación y el control sobre nuestros activos, incidiendo en la autoestima y conocimientos financieros, lo que se refleja en el bienestar social de las familias, “como beneficios en patrones de consumo para los hijos, reducción de la mortalidad infantil, mayores capacidades de producción agrícola y una mayor esperanza de vida”, tal como lo afirma el Reporte de Inclusión Financiera de 2022, y dado que las mujeres somos más de la mitad de la población colombiana, es pertinente exigir al sector financiero, en especial a los bancos privados, establecimientos de crédito donde las brechas en nuestra contra son mayores, explicación y rectificación. Instamos al movimiento de mujeres a convocar a defensores de consumidores financieros para formular estrategias que corrijan estas brechas de género.